lunes, 20 de julio de 2015

Filosofía para niños o pensando en comunidad.


La Filosofía para Niños parte de la necesidad de dar un giro a la educación, a sus cimientos, y volver a retomar el pensamiento y el diálogo como un mismo eje sobre el que construir una comunidad de investigación dentro del contexto de la vida (giro pragmático hacia la vida, como dice Emilio Martínez Navarro). Hablamos pues de “educar para pensar mejor”, más que de “educar para aprender (en el sentido de asimilar conceptos estáticos y juicios inamovibles)”. Te estarás preguntando cómo se hace esto. Pues contando con los otros, es decir, en comunidad. Pero no una comunidad cualquiera, sino una comprometida con los valores democráticos y el respeto a las opiniones de los demás (dimensión política). No, una comunidad de vecinos de un bloque de pisos, no vale, sobre todo porque ahí nadie se escucha. Se discute mucho, es verdad, pero no se delibera. Es más…como un equipo de fútbol, porque en este tipo de comunidad hay que trabajar juntos (dimensión comunitaria), hay que pensar juntos para co-construir saberes (he aquí la dimensión social de la construcción de saberes). Cuando pensamos “en equipo” desarrollamos habilidades cognitivas, emocionales y sociales y ponemos en práctica lo que se conoce como “high order thinking”, es decir, un tipo de pensamiento de alto nivel, que es pensamiento crítico y pensamiento creativo al mismo tiempo.  La próxima vez que veáis un partido,  fijaos cómo los jugadores se van  pasando la pelota unos a otros, de manera que con cada pase se van acercando un poco más a la portería (principio de colaboración), teniendo en cuenta dónde están colocados los rivales (sensibilidad al contexto) y corrigiendo sus movimientos (autocorrección). Bien, esto precisamente es el pensamiento crítico. ¿Y el árbitro? En FpN se habla de "facilitador", que sería algo así como un árbitro filosófico.

El objetivo de la Filosofía para Niños es formar personas autónomas y solidarias. Es formar personas con una actitud autocrítica y autocorrectora, capaces de pensar por y para ellas mismas y de ser coherentes con los juicios que emiten. Cuando aprendemos a pensar por y para nosotros mismos, pero con-los-demás (considerados estos como iguales que pueden o no aportar diferentes criterios al diálogo), somos, de alguna manera, más libres…, más personas.