viernes, 6 de marzo de 2015

¡Peques, al cole! …¿O no?

(El siguiente artículo aparece en el número 2 de la Revista Fractalea. )



Para todas aquellas familias con niños menores de tres años, marzo es un mes importante, ya que el plazo de matrícula se abre en todos los centros escolares para el próximo curso. El hecho de solicitar plaza en un centro a esta edad tan temprana, obedece a una necesidad social, pero también a un “dejarse llevar” por lo que está establecido.
Quizás, si estás en esta situación, te interese saber que aunque en España la escolarización no es obligatoria hasta los seis años, un 96,6% de los niños de esa edad son matriculados en centros de educación infantil. Este dato contrasta, por ejemplo, con Finlandia (48,7%), Irlanda (46,6%) o Suiza (3,4%) (i). Esto se debe a que en estos países, o bien existe una baja maternal de larga duración que permite a los padres hacerse cargo de sus hijos, o bien existen instituciones que, sin ser centros educativos, están  reguladas por el Estado y que ayudan a las familias a conciliar su trabajo con la educación de sus hijos. Me refiero, por ejemplo, a los grupos de juego (play groups) o familias (normalmente con hijos propios) que acogen a uno o dos niños durante un tiempo flexible semanal. Estas opciones son un término medio entre una brusca escolarización temprana y el hecho de tener al niño en casa.
En la mayoría de los países europeos, la educación es obligatoria a partir de los seis años, como se ve en la siguiente tabla:


Edad
País
4
Irlanda del Norte.
5
Inglaterra, Malta, Países Bajos, Escocia y Gales.
6
Austria, Bélgica, Chipre, República Checa, Francia, Alemania, Gracia, Hungría, Islandia, Irlanda, Italia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia y España.
7
Bulgaria, Estonia, Dinamarca, Finlandia, Latvia, Polonia, Rumanía, Suecia.


Source: European Commission. EURYDICE and EUROSTATi

Es entre los cinco y los seis años cuando el niño ha adquirido habilidades cognitivas y sociales que le permiten aprender y asimilar conocimientos de una manera más sistemática y significativa. No lo sé con certeza, pero quizás fuera Aristóteles, allá por el 384 aC, uno de los primeros en darse cuenta de ello: “(…) hasta los cinco años no es todavía bueno iniciarlos en ningún tipo de aprendizaje (…) y hasta los siete años, la crianza tiene que hacerse en casa.(ii)
No vamos a hablar aquí de si es apropiado o no el colegio a edades tan tempranas, de las veces que se pondrá malito, de la falsa necesidad de un niño de tres años de tener que socializarse fuera de su núcleo familiar. Porque por mucho que nos encante la idea de quedarnos con el niño en casa, lo más normal es llevar a nuestro pequeño al cole con tres añitos. En ese caso tendremos a unos magníficos docentes encantados de atender todas sus necesidades académicas.
Pero puede que muchas familias se estén preguntando qué pasa si no matriculamos al niño en el colegio a los tres años. Nada. No pasa nada. Bueno…, lo que  pasará es que si estamos trabajando tendremos que buscar una opción para dejar al niño unas horas; lo que pasará es que ejerceremos nuestro derecho a educar a nuestro hijo en un ambiente amable y acogedor, sin horarios, o con horarios flexibles,  simplemente porque así lo decidimos. Y esto, creedme, es un privilegio que, una vez que entren en la escuela primaria, no vuelve a suceder. ¿Y qué hago con el niño en casa? Pues también lo adelantó Aristóteles, cuando afirmaba que lo que los niños necesitaban era movimiento, que “hay que procurarlo mediante el juego, (…) que serán en su mayoría imitaciones de lo que luego van a hacer en serio”(iii). Vamos, que nuestros hijos deben jugar a las casitas, a los policías, a las tiendas…, deben vernos hacer la compra, pagar, ir al médico, hacer la comida…porque con todo ello lo que en realidad estamos haciendo es proporcionarles herramientas para hacerse adultos responsables. Educar a través del ejemplo. Nada más y nada menos. 
Así que, mamás y papás que estáis a punto de rellenar el impreso de matrícula para el colegio, dejen el bolígrafo en la mesa y reflexionen, tómense su tiempo, pregunten a vecinos, amigos, abuelos qué piensan sobre el tema; barajen diferentes opciones; examinen los pros y los contras; observen a su hijo jugar rodeado de sus juguetes y pónganse en su lugar, sobre todo esto, seamos capaces de meternos en sus zapatos, para vislumbrar cómo se sentirían en la escuela. Y entonces, sólo entonces, rellenen el impreso…, o guárdenlo en el cajón hasta el próximo curso.  

i Key Data onEarly Childhood 2014 Edition Eurydice and Eurostat Report Education and Care Education and Training in Europe
ii ARISTÓTELES: Política, Madrid, Alianza Editorial, 1986. Pag. 283-284.

iii Op. Cit., 283.




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